Bodegas Antídoto ha vuelta a dar la sorpresa y cautivar al público, con su cata en el Hotel San Francisco de Soria, donde presentó a principios de febrero su nueva añada, la nueva imagen y una sorpresa que ha viajado en sus mudanzas de bodegas con Beltrand Sourdais y David Hernando.
Sourdais hizo un balance de los que han sido estos 25 años que ha pasado en Soria, desde que llegó al Valle de Atauta, después de "haber nacido entre barricas" y haber conocido otras regiones españolas por motivos vacacionales, personales o enológicos.
Tras su paso por Dominio de Atauta, donde coincidió con David Hernando, crearon la bodega Antídoto en 2011, asegurando que se sentía "a gusto en la zona" y así en 2012 se sumó con Olga el proyecto de Dominio de ES, con la idea de hacer "unos vinos que puedan marcar una época", reconociendo que su ilusión es "hacer vino que te ofrezca otras cosas", a través del trabajo en 45 parcelas donde se trabaja de manera biodinámica.
Se suma así a 3 años de estudio del suelo de Atauta a través de diferentes vinificaciones y barricas y reconce que ahora está "en un momento dulce", tanto por la bodega como por la gente que le rodea "la bodega es mi familia", precisa, destacando la importancia de un viñedo que "ha sido creado por las familias de los pueblos" y por eso es más valiosos el tesoro de las pequeñas bodegas, porque las grandes "no entienden lo que es este sistema agrícola", lamenta.
Asegura que te atrapa el clima, el lugar, la gente y la tierra por lo que declara su amor eterno a los sorianos.
Por su parte, su compañero y socio, David Hernando fue el encargado de presentar también la nueva imagen de Bodegas Antídoto, que lleva más de dos meses en el mercado con su nuevo formato, tras un proceso de elección que ha durado dos años, para elegir el tipo de botella y su imagen de marca, que permita relacionar Bodegas Antídoto con La Hormiga, también del grupo, así como Rosé y Roselito, para "buscar esa cercanía con todos nosotros".
Durante la cata ofrecieron degustaciones de Roselito 24, que llevaron a Soria en primicia, así como Rosé 23, Antídoto 23 y La Hormiga 22.
Se empezó la cata con Roselito, de una añada muy lluviosa, donde la viña no sufrió estrés por la sequía y con una producción de minifundio, elaborado con albillo mayor de cepas que tiene casi 200 años y tempranillo. Este vino se obtiene de 350 parcelas de blanco y tinto, donde se intenta buscar una parte floral y vegetal, en una añada que aún está sin embotellar y en la que el albillo sufrió muchísimo.
En lo relativo al Rosé 23, se trata de una añada con inviernos húmedos, aunque, como afirmó Hernando "San Isidro nos bendijo con heladas". Este vino se obtiene de los viñedos de Miño de San Esteban plantados a 980metros de altitud en una llanura, con arena calcárea y donde no hay montaña, sino que desembocan dos valles. Se cultiva en ecológico y los vinos de esta zona ya tenían mayores variaciones de color.
En cuanto a Antídoto 23, se ha dado en suelos arcillosos como la arena del Rolland Garros de Ines, Olmillos y Atauta, en una zona sur con terraza de cantos rodados, "que intuimos pero no llegamos a conocer", aseguró Hernando, haciendo referencia a que se trata de unas 400-500 parcelas de un viñedo viejo de entre 80 y 85 años.
Por último, La Hormiga ha sido la última que ha sacado su nueva imagen al mercado reciente y no se sabe la edad del viñedo, porque incluso los más mayores de los pueblos aseguran que "mi abuelo ya los conocía", por lo que se trata de un material "que tenemos muy antiguo y que se ha trabado de manera artesanal, familiar", precisa, asegurando que ofrece taninos muy bravos y presentes.
Como colofón a esta demostración, "dentro de nuestra inquietud", como mencionó David, estrenaron una nueva creación, recuerdo de los años que tuvieron que estar creciendo y teniendo tiempo para "jugar". En 2012, cuando todavía embotellaban en una bodega de la provincia de Burgos, tuvieron una cosecha de blanco que no merecía la pena vendimiar, pero que "por no tirar la uva", optaron por hacer un experimento, "una prueba con albillo".
En 8 barricas y tras unos 3 o 4 meses en barrica nueva de roble francés, "estas barricas las dejamos olvidadas", aseguró David Hernando, reconociendo que fueron teniendo una crianza biológica y oxidativa que ha dado como resultado una Prototipo, el nombre que han dado a su nueva elaboración: un vino blanco albillo ajerezado, que tardaron diez años en embotellar y que sirvieron "como homenaje a vosotros", sabiendo que en Soria, con paciencia, trabajo y pasión "salen cosas muy chulas, muy frikis", ofreciendo este nuevo vino con el que quieren seguir dinamizando como prueba de "amor al vino".