San Esteban tiene una gran belleza fruto de sus encantos naturales y patrimoniales, pero siempre hay rincones que con una buena iluminación o cuidando los detalles se logra que brillen aún más y eso es lo que le ha pasado a la Plaza de San Esteban, más conocida como Placituela, donde se han instalado las obras de arte que han tejido unas 70 vecinos de la localidad durante este invierno.
Un grupo de unas 70 personas han ido compartiendo tiempos y lanas siguiendo las instrucciones de la monitora del taller de ganchillo que comenzó el pasado mes de noviembre y que además de para crear obras de arte en lana han logrado socializar y tener un lugar de encuentro para que varias generaciones hayan podido compartir numerosas tarde en la sede de la asociación de mujeres La Alameda, donde todos eran bienvenidos.
Aunque en su mayoría han sido las féminas las que han llevado a cabo esta labor manual durante cuatro meses, los más pequeños también han participado decorando con sus creaciones los árboles de esta plaza que, en muchos casos, ven a diario cuando acuden a la biblioteca municipal o como el pasado martes cuando se quemó la Sardina carnavalera en el corazón de dicha plaza.
Este taller ha permitido unir muchas facetas: distintas generaciones y tipos de vida, conversaciones variadas, destrezas manuales habituales quizás para las más mayores pero en muchos casos que se muestran como un reto para los más jóvenes, y a los vecinos, porque trabajar para que el pueblo esté mejor es una gran iniciativa de la que en San Esteban saben mucho, porque son un pueblo muy dinámico.
Aunque con el taller de ganchillo la finalidad no era tanto embellecer la zona sino el espíritu y ánimo de una población ribereña que como en gran parte de la provincia tiene una edad elevada y a veces necesita de alternativas de ocio para poder reunirse o socializar, la cierto es que las féminas han hecho terapia de grupo y entre charlas y conversaciones han ido tejiendo, y han creado una maravilla de obra que hace unas semanas colocaron entretejidas en los árboles de esta placita.
Un orgullo que no han dudado en compartir con los que pasean junto a ellas por las calles de la localidad, en sus redes sociales o en sus estados de Whats App, demostrando la importancia de el trabajo común y sintiendo orgullo no solo por lo que ha tejido cada una de manera individual, sino también por el trabajo que de manera conjunta han conseguido crear y avisan que no quieren parar, que no dudan en que quizás puedan continuar con otras zonas de la localidad.
Una belleza que arropa estos días fríos de temporal y que se ilumina y gana todavía más cuando cae la noche y el silencio de la Plaza hace que no sea tan duro, porque ahora hay unos habitantes muy especiales confeccionados en lana vigilan el entorno y protegen a los árboles de unas temperaturas que luchan esperanzadas hacia la primavera.