No hubo fiesta, ni músicos, ni recibimiento multitudinario. La Virgen de las Lagunas que comparten Villálvaro y Zayas de Báscones regresó a la pedanía ribereña entre semana y sin aglomeraciones, adaptándose a la nueva situación COVID, pero sin querer perder la fe por su talla mariana.
El intercambio de la Virgen de las Lagunas se vive en Villálvaro siempre como un día de fiesta, y si no hubiera sido por la pandemia, se la habría recibido en la ermita románica, entre la música de la charanga De Pura Cepa y con comida en el carril en una jornada que reúne a todo el pueblo, pero este año todo es diferente.
No hay fiestas, ni música, ni congregaciones, pero sí mantenimiento de las tradiciones, algo que siempre demuestra el pueblo de Villálvaro, por eso también han recibido a su Virgen de las Lagunas, aunque haya sido en grupo reducido, con medidas de seguridad, mascarillas y en la iglesia de San Mamés, en el centro del pueblo.
Más tarde de lo habitual, ya que suele ser en mayo, se han vuelto a repartir la custodia de una imagen que comparten durante todo el año entre Villálvaro y Zayas de Báscones, que permite que ambos pueblos disfruten de esta imagen.
Villálvaro y Zayas comparten desde hace años la custodia de una virgen que presidía la ermita románica del despoblado de Lagunas, hoy perteneciente a Villálvaro. Y cada año, cuando se aproxima el verano, se produce en esta localidad un intercambio de la talla mariana, para que acompañe y proteja a los vecinos del pueblo hasta después de las vendimias, en la es conducida a Zayas.