Javier, el óptico que siempre quiso volver al pueblo

jueves, 19 de marzo de 2020
SOCIEDAD - Francisco Javier Sanz es el responsable de Óptica La Rambla, su negocio de San Esteban de Gormaz, pero con cobertura supraprovincial

Francisco Javier Sanz Martín, conocido como el Óptico para la zona de la Ribera, es desde hace años el responsable de Optica La Rambla de San Esteban de Gormaz, un negocio donde presta su servicio de óptico-optometrista y donde ofrece un servicio integral para un cliente que atiende, puerta a puerta, adaptándose a las circunstancias del mundo rural.

A sus 53 años, Javi mantiene la apuesta que le llevó hace años  a regresar a casa y tener claro que él quería “vivir en mi pueblo” y lo ha logrado. Natural de la localidad segoviana de Estebanvela, su historia educativa le llevó por numerosas provincias de España, hasta lograr su formación en una profesión que desde abril de 1999 desempeña en la villa ribereña.

Desde los diez años estuvo estudiando en Cheste, Tarragona, Zamora, a cargo de las becas laborales, y después a Madrid a estudiar óptica, pero siempre tuvo presente que quería volver al pueblo y aunque en un principio quiso estudiar veterinaria, porque era lo que quería para volver al pueblo, ya que veía que podía tener más salidas en su pueblo, como sus familiares, pero la vida le llevó por otro camino.

Cuando decidió, a finales del siglo pasado, abrir su óptica en la San Esteban ya contaba con experiencia en localidades como Riaza, y aunque muchos le criticaban que quisiera seguir apostando por el mundo rural, “porque en la España Vaciada un negocio como este no da para tanto, todo el mundo me decía dónde vas a pueblos tan pequeños, pero yo tenía claro que me quería ir a mi pueblo y quiero vivir en mi pueblo”, insiste y por eso pensó en San Esteban de Gormaz para abrir mercado y poder trabajar y vivir en el medio rural. Después llegarían otras aperturas como Ayllón, aunque ahora su negocio está ubicado en San Esteban de Gormaz, pero sigue dando cobertura a localidades como Riaza, Ayllón, Sepúlveda, Berlanga de Duero, El Burgo de Osma y Retortillo de Soria, entre otras.

Para poder sobrevivir en el medio rural con un negocio de estas características es clave mantener una actitud activa, “moviéndome”, explica al hablar de su método de trabajo, porque tiene los clientes repartidos por diversas localidades y residencias y es preciso que realice un viaje para atenderlos, ya que ellos no se pueden desplazar tanto como quisieran. Un servicio puerta a puerta, que nada tiene que ver con el que abre el negocio en una ciudad, “allí esperas a que entren, yo tengo que ir a buscarlos o a atenderlos”, explica. Sabe también que el cliente de ciudad y del pueblo son diferentes, porque el cliente del mundo rural mantiene una confianza con el profesional. “Yo aquí a nadie se me ocurre pedirle a cuenta nada y aunque me lo quieran dar no lo quiero”, algo que es prioritario en la ciudad, “porque no te fías de la gente”. De hecho reconoce que confía plenamente en toda su clientela, vengan de donde venga, y que nunca ha tenido ningún problema, porque sus clientes cumplen su palabra y los pagos, “si te dicen que te van a pagar te pagan”, asegura, aunque a veces tarde más tiempo.

Junto con el servicio de óptica está el tema de audiometría, un servicio de audífonos y revisión de audición que es vital en un entorno donde la población es más mayor, como los pueblos y centros que visita y por eso viaja con su portátil para poder realizar las pruebas pertinentes.

Eso ha conllevado también generar un puesto de trabajo desde que abrió su nuevo local, ubicado en la calle Mayor de San Esteban de Gormaz, en junio de 2012.

Sanz reconoce que invertir en el medio rural es complicado y lamenta que “es poca ayuda”, aunque reconoce que contó con subvención del grupo de acción local Tierras Sorianas del Cid, pero que era preciso adelantar la inversión y posteriormente llega la ayuda, que siempre es insuficiente.

El trabajo que realiza en su óptica es integral, porque cuenta también con un taller donde él mismo monta sus gafas, las ajusta y se las da al cliente con un servicio completamente personalizado y adaptado a sus necesidades, mientras que en otras ópticas de ciudades a veces no fabrican las propias gafas sino que se las piden a talleres que se las envían ya montadas. En su caso, ya que conoce el procedimiento y la mecánica del trabajo, permite que pueda realizar él mismo todo el trabajo, contando con los pedidos que sirven a través del reparto, algo que no existe por la tarde, la única diferencia con una ciudad.

En cuanto a los días de semana donde más trabajo se acumula, ya no son días de mercado como el martes, cuando se celebra el mercadillo en San Esteban, especialmente en invierno, que se convierte “en el peor día de la semana”, al igual que el fin de semana, que tampoco es el momento de mayor afluencia, “porque yo vivo del cliente local”, entendiendo por cliente local todos los pueblos a los que da servicio.

Una clara apuesta por saber que “soy de pueblo y quiero volver al pueblo”, de hecho se reconoce de su pueblo, lo otro “es salir”, en referencia a un viaje estudiantil que le llevó a un periplo por la Península con una objetivo claro: volver a casa.

 

 

 

 

 

Informa Ana Hernando
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