Gabriela Mantero inunda de Amapola de Soria la moda de San Esteban

miércoles, 22 de julio de 2020
ECONOMíA - La joven apostó hace casi cinco años por abrir su negocio de moda y hoy se la puede encontrar en la Calle Mayor, pero también a través de las redes sociales.

La vida en el mundo rural no está reñida con estar a la última en lo que a moda se refiere, como demuestra desde hace casi cinco años Gabriela Mantero, una joven de 30 años emprendedora que un día decidió abrir su tienda de ropa, Amapola de Soria, en San Esteban de Gormaz para acercar así un mundo que le gustaba de moda y complementos al resto de sus convecinos. 

En noviembre hará cinco año de este negocio ubicado en la calle Mayor de San Esteban de Gormaz, frente a la iglesia parroquial, y desde entonces, Gabriela reconoce que está “muy contenta”, destacando que “desde el primer momento me acogieron muy bien”.

Esta joven natural de Nambroca, provincia de Toledo, tenía familia en San Esteban y hace ocho años decidió mudarse hasta la localidad, primero trabajando como camarera en Hostal Moreno y después durante dos años en la logística de Imeguisa Conrack, hasta que un día, “al jubilarse El Barato”, una tienda de ropa, observó que había un vacío en la localidad y apostó por montar su propia tienda, Amapola de Soria, que ya crece fuerte desde noviembre de 2015.

No fue fácil emprender, porque no hay ayudas y piden muchos requisitos, pero consiguió así desarrollar “una idea que me gustaba, tener una tienda”, explica mientras recuerda que siempre vendía a sus conocidos pequeñas obras de artesanía que hacía con sus propias manos, así que un día dio el salto y decidió “apostar un poco” por el sector de la moda y complementos que tanto le han gustado siempre.

Junto al caluroso recibimiento inicial, poco a poco y con los años ha ido aumentando la clientela, también entre las personas que residen en los pueblos que rodean San Esteban y además, Gabriela ha ido “conociendo sus gustos y vas encajando en la ropa que les gusta a ellos y que prefieren”, reconoce.

También ha cambiado la edad de la clientela, que al principio era para personas de 45 años para arriba y poco ha sabido conquistar también a una clientela más joven, ofreciendo ropa para jóvenes de 20 años hasta mayores de 60, “gente que no va tan clásica, porque la moda ha cambiado”, destaca Mantero. Tanto que incluso en algunos casos ropa que antes sería para gente de 40 años ahora es normal ver que la visten personas de 70 años, y a ella le ha tocado “irte adaptando a todos los gustos y a las modas”. A eso se suma la globalización que también hace que en el comercio rural que no haya diferencia con lo que se ofrece en las ciudades.

Aunque reconoce que “es difícil competir con las grandes superficies” porque ellas compran mucho volumen de ropa y “en países que la mano de obra es super barata”, por eso destaca que “nosotros, los pequeños comercios apostamos por productos nacionales, aunque a veces traigamos cosas fabricadas fuera de España, la mayoría de cosas son de empresas españolas”, afirma. Sabe que es “difícil competir con firmas como Zara y Mango por el volumen que ellos compran, tú no puedes poner esos precios” y además su clientela está limitada, porque mientras que las grandes marcas llegan a un público mayor, el pequeño comercio lo hace a una escala más reducida.

También los turistas y veraneantes son clientes de Amapola, “sobre todo turistas en invierno porque siempre hace falta unos guantes, una bufanda”, explica en referencia a los viajes del IMSERSO, que no viajan preparados para el frío soriano. O porque cuando hay excursiones, también compran algún regalo o recuerdo. A ellos se suman los veraneantes que a veces han regresado a su pueblo sin bañador o toallas o necesitan camisetas o ropa estival, o también hace regalos a sus amigos y familiares de su pueblo.

Este año ha sido muy raro y durante dos meses la tienda permaneció cerrada, aunque Gabriela no se estuvo quiera, se pusieron en contacto con ella para ayudar a coser mascarillas y aunque su formación “es muy básica, pero viendo tutoriales y con las instrucciones que nos iban pasando era fácil y algo que podía aportar”, así que se sumó al barco desde el primer momento y después pasó a formar parte de la organización de costureras de San Esteban.

Así hacía tiempo ante una situación complicada que ha sido “un bajonazo porque pierdes la campaña de primavera entera y la mitad del verano”, explica Gabriela, quien reconoce que la incertidumbre en el tema baño y vacaciones retrasó unas ventas de capazos, toallas o bañadores que se tenían que haber empezado a vender en mayo y se está vendiendo ahora, a eso se suma la suspensión de ventas de ropa para bodas, bautizos o comuniones, así como para fiestas de los pueblos, por ejemplo no se ha vendido ni un panty en toda la primavera, “porque no ha habido eventos”.

Afortunadamente tiene una buena clientela y “el pueblo se ha volcado a la hora de la reapertura y que ha ayudado a seguir adelante estos meses, al estar dos meses cerrado han ayudado mucho a volver”, quizás porque ahora más que nunca hay que apostar por el comercio local.

Se pueden seguir sus productos, ventas y promociones a través de las redes sociales.

 

 

Informa Ana Hernando
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