· Habitantes censados: 62 · Altitud: 907 metros · Gentilicio: piquereños · Páginas Web:   http://www.sanesteban.com/piquera/  (por Salvador Barrio Onrubia)   http://piqueradefiesta.webcindario.com/  (anónima) · Foro: Entrar en el foro de Piquera · Industria: viñas; trigo, cebada, centeno; girasol. Árboles frutales. Ahora quedan pocos, aunque tradicionalmente mercadeaban con pera de Aranjuez y manzana reineta, principalmente. Ganadería: lanar y vacuno. Destilaban orujo. · Flora y Fauna: encina y carrasca. Tomillo, espliego (se destilaba), té de risco, malva, salvia. Liebre, perdiz, jabalí. Discurren el río Pedro y el arroyo "Valdemiguel". Fuente "Bobos". · Tradiciones perdidas: celebraban el Corpus por todo lo alto, con arcos de chopos, acudiendo todos los pueblos de alrededor. Celebraban San Antón, como la fiesta dedicada a los pastores.

Típico Chozo de Piquera de San Esteban (foto de Salvador Onrubia)

   Cantaban albadas cuando se casaban, para que les obsequiaran con el cantarillo. Pagaban el piso y la entrada a mozo. Si no se cumplían las costumbres daban cencerradas. Había un grupo de gaiteros. Bailban la jota castellana.
· Tradiciones conservadas: las mujeres celebran Santa Agueda..
· Guiso típico: tortas de azúcar de la fiesta.

Generalidades

   En Piquera hallamos la iglesia parroquial dedicada a San Juan Evnagelista, restaurada con aportación vecinal, datada durante el reinado de Carlos IV. También encontramos la ermita (en ruinas) de la Virgen del Val, cuya imagen veneran en Fuentecambrón. Conservan algunos lagares, aunque llegaron a tener más de veinte. Despoblados de Bascones, en el paraje de La Madalena, y de Los Villarejos. Hubo posada. En la actualidad existen dos proyectos para llevar a cabo sendos museos rurales. Cuentan con bar-tienda y club de la tercera edad.

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Bibliografía

   Para realizar esta sección se ha utilizado buena parte del libro «Soria Pueblo a Pueblo», de Mª Isabel y Mª Luisa Goig Soler. En él, con algo de primor femenino, las hermanas Goig Soler se han acercado a los diminutos y dispersos pueblos buscando en ellos no la gran estadística sino el latir aldeano, recogiendo las cosas que dan lustre y distinción a tanta aldea y villorrio: aquí algún chascarrillo, allí viejos romances o leyendas, acullá recetas o sucedidos. Basta cotejar la extensión dedicada a cada núcleo para constatar que no se han primado los lugares comunes sino que, con frecuencia, el lugarejo más inopinado ocupa más espacio que la cabecera de comarca.